Pizarra de la clase de valenciano A1-A2 durante el primer semestre en la Universitat Jaume I. Foto: ELIANA TRÍAS
Eliana Alejandra Trías. Castellón de la Plana
La diversidad de idiomas que enriquecen a España están presentes en su diversidad de Comunidades Autónomas. Para muchos latinoamericanos que tienen la idea de trasladarse a España existe la asociación con el idioma español, un idioma compartido por ambos continentes. Sin embargo, la realidad es diferente. El valenciano es una lengua cooficial en la Comunitat Valenciana, promovido por la Generalitat Valenciana. El uso del valenciano en el ámbito social, institucional y cultural es alto, y se va incrementando hacia al interior de las provincias. Paola Rodríguez, estudiante de la Universitat Jaume I, tuvo un choque cultural con el idioma al darse cuenta de que el uso del valenciano era más común de lo que ella pensaba. «Se me hizo extraño, porque yo pensaba que me venía a España y que todo iba a ser en el mismo idioma que en Colombia, luego me di cuenta de que mucha gente hablaba el valenciano, sobre todo en los pueblos y que hay personas que lo tienen como primer idioma», explica Paola quien con nueve meses desde su llegada a Castellón se encontró con un desafío para su integración, debido a que su grupo de amigos de la universidad tenían como lengua materna el valenciano.
La población valenciano parlante en la Comunitat Valenciana es de 51,6%, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística. Asimismo, en todo el territorio nacional las personas que dominan dicho idioma se sitúa en 46.181.637, según el INE. Xavier Hernández, profesor de valenciano para adultos en el IES Gilabert de Centelles de Nules, sabe que el conocimiento del valenciano para la población migrante latinoamericana es fundamental.«Es una cuestión de necesidad también porque en la población de Nules la mayoría de las personas hablan valenciano en su día a día, y aprenderlo es una manera de facilitar esa integración con la población local. La principal intención es que estén en contacto con la lengua, que se sientan cómodos y que tanto el vocabulario como las expresiones que aprendan les sirvan para la vida diaria», comenta el profesor. Castellón convive con más de 12.000 latinoamericanos empadronados, según el INE. Diana Meterón, colombiana y residente en Nules, trabaja de cara al público y ha notado como necesitaba aprender valenciano para desarrollar mejor sus tareas laborales, es por eso que tomó la decisión de matricularse, «yo considero que la gente tiene buena disposición para aprender, sobre todo si estás de cara al público, y que las clases están completas, tanto el horario como el contenido», expresa Meterón.
Asimismo, Verónica Dos Santos, nacida en Brasil, lleva más de veinte años en España, residiendo en la localidad de Nules. Dos Santos ha decidido matricularse para estudiar valenciano, ya que necesitaba apoyar a sus hijos con los deberes de la escuela y era un punto para integrarse como madre dentro de la comunidad académica. «Mis hijos han crecido con una mezcla de portugués, español y el valenciano, mezclando lo de clases con lo de casa, y que yo pueda hablar valenciano es una manera de hacer sentir a mis hijos que es de aquí, de España, a identificarse con algo», comenta Dos Santos. El IES Gilabert de Centelles de Nules no posee una secretaría propia para la escuela de adultos, sino que es una sede del FPA (Formación de Personas Adultas) Historiador Viciana de Burriana, dónde hay 21 latinoamericanos de los 34 matriculados en el grupo de Valenciano como Lengua Extranjera, destacando 13 alumnos provenientes de Colombia. Por otro lado, en el grupo de A1-A2 hay 12 alumnos de América Latina de los 44 matriculados, demostrando un interés por la lengua local y comprobando la importancia de los Centros de Formación de Personas Adultas (CFPA), el Servei Valencià d’Ocupació i Formació (SERVEF), y el departamento de Normalización Lingüística de los Ayuntamientos.
La integración lingüística es fundamental para la cohesión social, al fomentar el multilingüismo y promover el aprendizaje del valenciano, se fortalecen los lazos entre diferentes grupos que conviven en la provincia. Alba Lacaba, licenciada en Traducción e Interpretación con doble especialización en Literaria y Jurídica y profesora del CAL (Centro de Autoaprendizaje de Lenguas) de la Universitat Jaume I pone en valor el idioma como punto de integración. «El valenciano es una manera de integrar, si quieres participar y ser parte sobre todo de la vida cultural de la ciudad y de la provincia puedes integrarte mucho mejor sabiendo el idioma, pero a la vez la gente tiene ser más consiente de las limitaciones de los que llegan, y ser más benevolente y empático es ese sentido», expresa la catedrática. El alumnado latinoamericano ha aumentado en los últimos dos cursos, donde en el grupo de 8 estudiantes, al menos 5 eran de dicha región.
Lacaba enfatiza la necesidad de una enseñanza sensible y receptiva. «A veces los profesores no somos conscientes de que la realidad es solo nuestra realidad, pero que tienes que tener en cuenta la parte receptora y tienes que entender su cultura», explica. Para ella, este enfoque bidireccional no solo enriquece el aprendizaje, sino que también fomenta un sentido de comunidad y empatía. «Es un aprendizaje mutuo por ambas partes, es importante conocer a tus alumnos desde el inicio y que tengan la confianza de decirte lo que sea sin que eso te afecte como profesora», concluye.
La integración lingüística no es solo un acto de aprendizaje, sino un símbolo de unión. El valenciano emerge como un puente para todos sus residentes, independientemente de su origen. En la diversidad de idiomas encontramos la riqueza cultural de la Comunitat Valenciana. Sin embargo, es importante que ambas partes partan desde un punto más empático. «El idioma debería ser un tema más cultural y no imponerse para sacarte la oposición en un año o dos, por ejemplo, el valenciano debería revalorizar la lengua, y transmitir que no es de gente mayor, ni es de pueblo, debe ser parte de la identidad para formar parte de él», expresa Alba Lacaba. Por su parte, Paola Rodríguez comenta que terminó el curso de valenciano y le ha servido para entender más las clases y le ha ayudado a integrarse más a su grupo de amistades, entiende que por una sola persona no significa que todos deban cambiar su forma de hablar, pero si cree que «deberían sensibilizarse más porque hay personas que estamos llegando e incluirnos cuesta más». El valenciano emerge como un puente que une a sus residentes, destacando la necesidad de un acercamiento culturalmente sensible para una verdadera integración en la sociedad valenciana.
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