Alba Fabregat, CEO de la academia de baile Albita La Negra, junto a sus alumnos durante el festival de fin de curso. Foto: CORTESÍA
Eliana Alejandra Trías. Castellón de la Plana
Los bailes latinos, conocidos por su energía y dinamismo, desempeñan un papel crucial en la creación de vínculos entre diversas comunidades y culturas, demostrando que el baile puede ser una herramienta efectiva para fomentar la cohesión social y el entendimiento intercultural. El baile forma parte de la tradición de un país porque encapsula su esencia, su historia y es una manifestación de la identidad nacional y el orgullo comunitario. A través de la historia, los bailes tradicionales de diversos países se han fusionado mediante el intercambio cultural, por ejemplo, en la colonización.
Según la plataforma Go&dance, en Castellón hay 29 academias de bailes y cada vez son más los ayuntamientos que implementan en baile en programas dirigidos a la población. Ángela Moya, vecina de Vila-real, inició el baile desde hace 10 años. «El baile fue recomendado por mi médico, debido a una enfermedad que tuve. Me lo recomendó porque es bueno para el cuerpo y la mente. Cuando fui a inscribirme quería bailes latinos como bachata, merengue y salsa», expresa la vilarealense.
Los movimientos, trajes y música de los ritmos tradicionales llevan elementos históricos y sociales que preservan la memoria colectiva. En un mundo globalizado, es capaz de promover el intercambio cultural. Uno de los ritmos más conocidos en la rumba y la salsa cubana, la cual ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Alba Fabregat comenzó a bailar desde que tenía quince años y fue cuando conoció la salsa caleña, y posteriormente, la salsa cubana. Hace 8 años abrió su academia de baile «Albita La Negra» siendo los ritmos cubanos los que más disfruta enseñar y bailar. «Próximamente, haré un viaje a Cuba con unos veinte alumnos para conocer más sobre la cultura, a veces es necesario saber de donde viene. Quiero ver la música en vivo, conocer La Habana», comenta la bailarina.
La salsa, con sus raíces, mezclan ritmos africanos y caribeños, y su evolución ha sido impulsada por músicos y bailarines de diversas procedencias. Para Alba Fabregat es importante transmitir que el baile va más allá de mover los pies, si no que tiene el poder de liberar, de pasar a positivo todo lo negativo y tiene muchos beneficios para la salud mental. Asimismo, tiene la capacidad de integrar a migrantes provenientes de Latinoamérica, quien además están muy presentes en la enseñanza de dichos bailes. «Al principio no me gustaba nada la salsa, sentía que no podía con ella, pero mi profesor, que es de Colombia, lo hace ver tan sencillo y por su forma de enseñar me gustó», comenta Ángela.
«Estoy empapada de la cultura cubana, de la manera en como afrontan la vida, a pesar de todo siguen siendo alegres, con su música y su manera de ser», expresa Fabregat quien además, hace hincapié en que a pesar de que muchas personas llegan sin conocer nada sobre el origen de dichos ritmos, con el tiempo les interesa más y comienzan a entender muchas cosas una vez conocen más sobre la cultura de los bailes tradicionales latinoamericanos.
«Conforme vas bailando y mejor te vas desenvolviendo lo disfruto más, no me acuerdo de la enfermedad que tenía ni del dolor. Te relacionas y conoces a gente. Se te pasa la hora volando y eso para mí es una medicina», expresa la vilarealense. A través de su energía y dinamismo, estos ritmos crean puentes entre diferentes nacionalidades. En Castellón, el creciente interés por los bailes latinos refleja su impacto positivo en la sociedad, donde academias y programas municipales apoyan su difusión. Así, la danza sigue siendo un medio vital para conectar personas, celebrar la diversidad y fortalecer la identidad cultural.
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